Mitología del signo Piscis

El último mes del invierno en el hemisferio norte, esto es, entre el 20 de febrero y el 20 de marzo, corresponde por completo al signo de Piscis. Las personas nacidas durante este período del año estarán influenciadas por las condiciones reinantes de dicha época.
Atendiendo a los acontecimientos que tienen lugar en la naturaleza, es fácil comprender que las personas de este signo estén gobernadas por el cambio y la mutación constante. Durante el tránsito del Sol por el signo de Piséis, los brotes, las yemas de los árboles y el comienzo de la actividad del mundo invertebrado deja patente lo que está por venir. Si la primavera simboliza al recién nacido, el signo de los Peces corresponde a la gestación y a la vida uterina.
La emoción alcanza en Piscis niveles superiores incluso a los que se dan una vez se haya producido el nacimiento. La esperanza y los miedos cohabitan en los corazones de todos. Tan sólo queda un último empujón para alejar una vez más al terror que siembra la sombra invernal.
En la rica mitología griega, Poseidón es el dios por excelencia que regenta a este signo. Neptuno, su nombre romano, es el gran regente del signo. La vida de este dios no resultó muy brillante ya que su hermano, el gran Júpiter dios de los cielos, lo desterró a la tierra de los mortales y le encomendó el trabajo de construir diques y murallas que sirvieran de contención a las aguas. Su morada se convirtió en las profundidades marinas, de las cuales afloraba tanto para hacer el bien como para sembrar el caos y la destrucción a base de generar terremotos.
Neptuno representa al mundo de los sentimientos más profundos y diversos, los cuales, cuando afloran, bien pueden ser causa de regocijo o fuente de dolor y tristeza para los demás. Piscis, al igual que la primavera, no entiende de fronteras ni de privilegios. Antes o después florece tanto el jardín del rico hacendado como el del pobre jornalero.
Los limites carecen de significado para este nativo que tanto puede frecuentar por la mañana un mundo de lo más selecto, y luego pasar toda la tarde haciendo música en sórdidos locales. Lo único que guía a este nativo es la sensibilidad ante los sentimientos de los demás. Mientras Piscis no perciba nada que resulte ofensivo, no habrá nada que rechazar.
Neptuno, planeta regente de Piscis, no deja de tener un alto componente terrenal y masculino que no va del todo bien con el signo. Para algunos autores la exaltación de Venus -la Afrodita romana- resulta más acorde a la hora de estudiar al signo en cuestión. Las profundidades marinas pertenecen por entero a los dominios de la gran Madre.
Los dos Peces que se muerden la cola parecen estar simbolizando la relación entre madre e hijo y la particular forma de alimentarse mutuamente. Hay pues un profundo mensaje en torno a este signo que define la dependencia que tiene el ser humano con la Madre Tierra. El uno sin la otra no tendrían razón de ser. De ahí parten los grandes sentimientos de compasión y agradecimiento que caracterizan al nativo de Piscis hacia el resto de los seres vivos del planeta.
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